Coordinadores
: Elvira Narvaja de Arnoux y Giohanny Olave, La Carretera Editores E.U., Medellín, 2016, 313p.
Presentación
En las investigaciones en ciencias sociales y humanas, es reconocido el interés por el Análisis del Discurso, sus aportes teóricos y sus propuestas analíticas. Este amplio y heterogéneo espacio, en el que ingresan tradiciones discursivas diversas de una mayor o menor antigüedad, desde las ciencias del lenguaje puede ser enfocado como campo teórico constituido por las disciplinas que se centran en el estudio de la discursividad  o como una práctica interpretativa.

El primero se ha desarrollado sobre todo desde los años sesenta del siglo pasado a partir, por un lado, de la exploración y el avance respecto de ciertos aspectos enunciados en el programa saussureano (la consideración de la oralidad, la posibilidad de una lingüística del habla, y el reconocimiento de la semiología) y, por el otro, del cuestionamiento de los límites impuestos por algunas derivaciones de aquel marco teórico, y de aportes provenientes de la Antropología lingüística y la Pragmática. Estos gestos llevaron a estudiar las interacciones verbales orales; superar el marco oracional como único espacio legítimo del análisis lingüístico y estudiar la red de relaciones entre oraciones o los agrupamientos que aseguran la cohesión de los textos; atender a la construcción del significado; identificar los modos de inscripción del sujeto en el enunciado;  indagar en otros sistemas semióticos; complejizar la noción de referencia e interesarse por las operaciones que conforman los objetos discursivos; y vincular estrechamente datos de la situación y opciones lingüísticas. En estos recorridos fueron apareciendo y afirmándose distintas disciplinas lingüísticas interesadas por el estudio de la discursividad y se fueron retomando saberes propios de otras ya consagradas: Retórica, Estilística, Filología, Teoría literaria. Asimismo, enriqueció muchas de las reflexiones el  diálogo tanto con una Teoría Crítica del Discurso, de procedencia filosófica -en la cual una figura insoslayable es la de Michel Foucault y en la que han incidido Ernesto Laclau y Chantal Mouffe-, como con disciplinas no lingüísticas que se interesan por los discursos en sus propias tareas investigativas.

Desde la segunda perspectiva que enfatiza su condición de práctica interpretativa, podemos señalar que el Análisis del Discurso aborda materiales particulares, con los que configura cada corpus de trabajo, provenientes de una determinada actividad social y seleccionados a partir los problemas que se plantea o de interrogantes de otros profesionales.  Pueden ser, entre otros, intercambios verbales orales, planificados o no, textos “monológicos” escritos u orales, producciones semióticamente combinadas o monosemióticas, o discursos en soporte digital. Las categorías a las que recurre el investigador dependen de las cuestiones que trata, de las hipótesis que  formula y de los discursos con los que opera. Se caracteriza por un constante movimiento de ida y vuelta entre los aspectos teóricos y los datos empíricos. En su transcurso pueden surgir nuevas perspectivas para el abordaje discursivo, resignificarse las existentes o proponerse categorías innovadoras que incidirán en trabajos posteriores.

Por otra parte, el trayecto interpretativo convoca un diálogo interdisciplinario, que implica interesarse por los saberes generados en otros ámbitos y articularlos con los que suministran las ciencias del lenguaje. El investigador adopta, asimismo,  una perspectiva crítica que, en líneas generales, supone desmontar los mecanismos generadores de efectos de sentido atendiendo permanentemente al vínculo dialéctico entre condiciones de producción y discurso. En muchos casos, devela conexiones o causas que están ocultas para los participantes de una determinada situación comunicativa. Este hacer visible y, por lo tanto, intentar comprender más acabadamente acontecimientos y procesos, ha llevado a que algunos investigadores desplieguen un gesto militante de desenmascaramiento y compromiso, y a abordar temáticas como la subalternización o “descarte” de actores sociales, la discriminación de género, nacional o étnica, los modos de control de las poblaciones gracias al desarrollo informático y los modos de manipulación que esto permite, o la imposición de políticas de los países centrales en los periféricos.

El libro que presentamos atiende a los diversos vínculos que se pueden entablar entre discurso y política, ya sea considerando los discursos políticos como aquellos propios de una esfera de la vida social en la que se confrontan, negocian o gestionan estrategias de poder asociadas con diferentes posiciones, ya sea indagando en la dimensión política de prácticas variadas, que debe inferirse o que puede surgir de la exposición plena en algunos tramos discursivos (como en las emisiones políticas de los medios). Los primeros se reconocen por las circunstancias en que son proferidos (desde procesos electorales o reuniones de ministros a homenajes a hombres públicos), los entornos institucionales (partidos políticos, parlamento, organismos internacionales,…), los géneros (tanto conferencias de prensa como discursos de barricada), los temas (que se integran en agendas propuestas por el gobierno o los medios), los locutores (entre otros muchos, jefes de Estado o manifestantes). En relación con los otros discursos (religiosos, educativos, urbanísticos, empresariales, académicos…), se puede indagar en los modos en que se posicionan respecto del propio campo respondiendo, a su vez, a ubicaciones sociales o políticas. En ambos casos, el interés reside en determinar cómo evalúan el conflicto, modelan las representaciones sociales e instauran matrices ideológicas, construyen identidades, regulan el espacio lingüístico o discursivo, o intervienen en la conformación, reproducción o transformación tanto de entidades políticas como de relaciones de poder.

El volumen ilustra diversas entradas al Análisis del Discurso, lo que nos ha llevado a agrupar los capítulos en tres partes atendiendo a la vocación transdisciplinar del campo, al abordaje de situaciones políticas centrales en un determinado momento, y a la participación de los discursos en la construcción de identidades colectivas.

En la primera, los autores problematizan los discursos involucrados en las políticas públicas, nacionales y locales. Desde la tradición de la ciencia política, el estudio sobre esta área se concentra en los programas y acciones gubernamentales operados con fines específicos de intervención y transformación sobre lo público. En su materialidad textual, esas políticas constituyen un entramado de relaciones donde se conectan modelos de mundo y voces ajenas actualizadas en cada discurso; el caso de la política educativa nacional en el gobierno de Juan Manuel Santos y su sujeción a las recetas de la globalización económica mundial es abordado por Luis Alfonso Ramírez, desde una perspectiva interpretativa de la articulación polifónica. Acerca del mismo gobierno, pero enfocada en el contenido programático de los discursos de triunfo electoral y posesión presidencial, Teresita Vásquez Ramírez explora los mecanismos retóricos y semiótico-narrativos utilizados por Santos para presentarse a sí mismo como el Presidente de la paz, en el momento de su segundo periodo administrativo. En el capítulo siguiente, Alejandro Pimienta Betancur contribuye a la problematización de la gubernamentalidad en Colombia, a partir del caso del Urbanismo social y/o Urbanismo pedagógico en Medellín. Desde el análisis político del discurso, el caso revela que la modelización de proyectos políticos locales oblitera sus condiciones ideológicas y no constituyen una alternativa al esquema hegemónico neoliberal. Esta primera parte del libro se cierra con una evaluación metadisciplinar del campo, realizada por el Grupo de investigación en “Derecho, políticas públicas y estudios críticos del discurso” (Óscar Gómez, Lucila Reyes, Iván Sanabria, Fabián Camelo, Fabián Mendoza, Edwin Ramírez y Alan Vargas). Sus autores avanzan hacia una propuesta de articulación entre los estudios críticos del discurso y el enfoque cognitivo de políticas públicas, para llevar a cabo análisis de las acciones del Estado en perspectiva discursiva.
Los trabajos de la segunda parte comparten su interés por el conflicto armado interno. La confrontación degradada y prolongada durante más de medio siglo, con los peores efectos sobre la población civil, presenta una singular complejidad que los investigadores eligen explorar haciendo énfasis en algunos actores involucrados. En el capítulo 5, Alba Lucía Delgado analiza un discurso que considera representativo del proyecto antiterrorista y del despliegue de la violencia estatal adelantada por el expresidente Álvaro Uribe Vélez, durante el octenio 2002-2010; periodo en el que se construyó la idea de que el país era una víctima del terrorismo guerrillero. A continuación, Mónica Negrete Urango enfoca la reparación de la imagen negativa del Coronel (r) del Ejército condenado por desapariciones forzadas de civiles y magistrados del Palacio de Justicia. Negrete analiza los discursos presidenciales que criticaron los fallos condenatorios contra el Coronel, en el periodo 2010-2012, a través del “ataque al acusador” y la “victimización del victimario”; ambos recursos orientados hacia la impunidad de crímenes de Estado. El capítulo 7, a cargo de Giohanny Olave, estudia la presencia de Simón Bolívar en los discursos de las FARC; explica cómo es representado e incorporado en el marco de la retórica polémica; y concluye que la traducción de la memoria bolivariana en el discurso insurgente queda atrapada en una indignación por los proyectos traicionados, un esencialismo simplificado de la unión regional y una moralización del liderazgo caudillesco, todo lo cual plantea desafíos para pensar en la  transición de la guerrilla hacia una oposición política sin el uso de las armas. Yeny Serrano, en el capítulo 8, cuestiona la presentación del conflicto armado en los noticieros nacionales televisados, al demostrar que tradicionalmente han favorecido el ángulo militarista de la guerra, no han sido equitativos con las versiones de cada bando y han dado poco espacio a los actores no violentos o a la discusión sobre las causas que originaron el conflicto; los medios de comunicación se ven interpelados, en este sentido, a asumir responsabilidades en el desarrollo de las diálogos de paz con las FARC y en el eventual periodo de post-acuerdos. Con este último tema de los diálogos de paz en La Habana cierra la segunda parte del libro, a través del aporte de Raúl Botero Torres. El autor propone la necesidad de leer este acontecimiento contextualizándolo históricamente, como parte de la conformación de una cultura que anudó violencia y política desde el siglo XIX; en ella anidan los conflictos sociales que, basados en la desigualdad y la inequidad estructurales, hacen de los intentos de paz remedios temporales, centrados en los discursos, para problemas permanentes que los desbordan.

Los colectivos sociales son el eje temático de la tercera parte. Interesa aquí el papel del discurso en la construcción de identidades y la pertenencia a grupos; actividades que juegan una doble dimensión micro y macropolítica, pues establecen modos de relación específica y regulada entre individuos, pero también los proyecta hacia el exterior como un solo cuerpo unido en torno a objetivos comunes. En ese sentido, se reunen tres estudios al respecto de grupos atravesados políticamente, pero con metas específicas disímiles. En el capítulo 10, Sandra Patricia Díaz Arrieta analiza el discurso de la Mesa Amplia Nacional Estudiantil, a propósito de su movilización, en 2011, en contra de la reforma a la Ley de Educación Superior. Díaz Arrieta encuentra en los discursos analizados una estrategia de posicionamiento y conquista de poder desde la disidencia, a través de la construcción de un “ethos colectivo contestatario”. El estudio presentado en el capítulo 11, por Sonia López, avanza en la comprensión de las estrategias regulativas y prescriptivas de la conducta interna en las organizaciones empresariales; específicamente, la investigadora muestra que la Misión y Visión en los manuales corporativos son dispositivos textuales orientados a la estandarización directiva de las identidades como condición de pertenencia a los grupos, disposición al compromiso incondicional y acomodación a las controles e inspecciones; todo ello en nombre del beneficio colectivo. El capítulo final, redactado en equipo por Gladys Lucía Acosta y César Augusto Tapias,  propone una reflexión sobre la comunicación para el cambio social, vivenciada en el trabajo con colectivos sociales de sectores periféricos de Medellín. A partir de su experiencia cercana con estos grupos, los autores reconocen en el diálogo de saberes un espacio de encuentros en la diversidad; la propuesta resulta potente para conectar el discurso de la academia con el de los colectivos al margen de ella. Este es un acercamiento urgente para el encuentro plural de voces que permita pensar la relación entre el discurso y la política como un ejercicio de la ciudadanía comunicativa y del derecho a la palabra.

Como vemos, los capítulos repasan hechos importantes de la historia reciente en Colombia, entre otras,  las políticas adelantadas en la última década y la reacción a ellas, en los ámbitos educativo, empresarial y de seguridad pública. El tema general de la ciudadanía en contextos de violencia política y social, atravesada por lógicas hegemónicas neoliberales, convoca trabajos en torno al poder central, desde los discursos presidenciales de Álvaro Uribe Vélez (2002-2010) y Juan Manuel Santos (2010-2018); y en torno también al poder local, específicamente el caso del proyecto extendido de ciudad en Medellín, a partir del año 2000.  Asimismo, se analizan aspectos problemáticos vigentes en los discursos de la guerrilla FARC, los medios masivos, los colectivos de comunicación, la protesta social y la mesa de negociaciones de paz en La Habana, Cuba, instalada durante estos últimos cuatro años para terminar el conflicto armado interno.  

A pesar de la especificidad de las condiciones históricas en relación particularmente con el conflicto armado, las problemáticas que afectan a Colombia no son ajenas a las que viven otros países, no solo latinoamericanos. En ellos tiende también a imponerse una concepción gerencial de la política; la discursividad económica penetra los diferentes ámbitos de la vida social legitimando las prácticas globales; se erosionan los espacios deliberativos; se naturaliza la desigualdad; fórmulas del discurso de los organismos internacionales funcionan engañosamente como grillas interpretativas de las realidades nacionales; se diseñan estrategias discursivas destinadas a intervenir en las poblaciones; se exalta la libertad y la diversidad al mismo tiempo que se ejerce el disciplinamiento y se busca la uniformización. Pero no podemos dejar de lado que a pesar de ello se apela en la lucha a memorias discursivas emancipatorias como modos de resistencia,  se desarrolla una conciencia crítica destinada a cuestionar y transformar las relaciones de poder, y se generan discursividades contrahegemónicas en diversas prácticas. De allí que el libro convoque a un público amplio interesado por los discursos sociales contemporáneos, tanto los producidos en los ámbitos dirigentes como en los espacios contestatarios.